Si es que aún me siento joven es porque me moviliza una natural incapacidad de adaptación. Jamás me adapté a nada. Siempre sentí una intestina resistencia ante el aburguesamiento que ponderaban y ponderan los más de los hombres. Ante esa vida corriente y correcta, mediana y mediocre
que persiguen y protegen los repelentes ciudadanos de a pie.
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