lunes, 25 de agosto de 2014

Cuando el pasado llama a la puerta

Esa mujer que daba todo por uno y que rechazamos de manera escandalosa y abusiva. ¡Cómo y cuánto a veces se le extraña! El encuentro cotidiano con cada mujer sin nombre la reactualiza en un perfil, un cabello, una voz que se diluye en el espacio. Esa mujer reaparece tan perfecta que hasta su nombre contemplamos absortos y embrutecidos, como el asno extraviado que permanece en el camino. La nostalgia por lo que ya no existe nos golpea; pero la nostalgia por lo que supimos arruinar a veces gira y nos sonríe. Esa duele más.




sábado, 16 de agosto de 2014

Cuestión de especie

Visito a mi madre y me quedo a dormir en su casa un par de días. Miro mi cuarto y el abandono físico es notorio; pero el sopor de otro abandono me persigue, el del espíritu. El cuarto en el que me asilaba se ha convertido en el cuarto de un extraño. Ropa ajena, libros que me repelen y un álbum de fotos cuya apertura me suspendería en el tiempo. El aserrín, el polvo, la maraña... la misma telaraña de cada visita. Me siento sobre la cama y la siento rígida ¿Sobre este suelo he dormido? Abro las cortinas, miro a través de la ventana y antes de que llegue la noche ¡cómo extraño mi propia habitación! La penúltima habitación en la que vivo. La añoro. Añoro su lejanía, sus colores tierra, su aire denso y su atmósfera pesada; pero, sobre todo, sus espacios laxos: cada centímetro de un mundo desconocido y por conocer en tan reducido espacio. Una vez me dijeron que las personas son como los animales, que existen diferentes especies de personas. Pensé en un animal cuya naturaleza requiera de la evasión e imaginé un oso. Enorme, pardo, hosco. "El oso no anda en manada", me dijeron... Lo que ignoro hasta la fecha es si es que hay osos en la estepa.




lunes, 11 de agosto de 2014

Sex appeal

El sex appeal no merece una interpretación literal. O merece que en su definición se agregue el complemento de la sutileza; complemento que se adueña del concepto y trasciende como requisito. Dudo de que el sex appeal esté determinado por la proporcionalidad. Siempre el "complemento" de la sutileza determinará si una persona es sexi o si no lo es. Esa atracción sexual que depende de elementos que requieren de una observación detallista. Ni en su fotografía menos afortunada, Amy Winehouse deja de ser sexi. ¿Pero es proporcionada? Ni en el plano menos certero, Joan Fontaine deja de ser bonita; ¿pero en alguno es sexi? El sex appeal se determina, inclusive, por elementos extra-físicos como una mirada cómplice, el temperamento o la voz. No será el aspecto físico el que determine el sex appeal sino el hecho de que la persona en cuestión se convierta en una presencia que atraiga no solo la atención, sino una extraña y permanente curiosidad.


Sinestesia

La asociación mental entre sonido y color se denomina sinestesia. Esta familiaridad entre sensorialidades diferentes también se identifica entre el olor, el sabor, la imagen y la consistencia. En el quehacer clínico, el psicoanalista identifica la sinestesia en el trauma de su paciente para modificar una emoción o pensamiento nocivo. El terapeuta apuesta porque la escena traumática estuvo acompañada por un color que, acaso, permanece. En el quehacer artístico, la techné del simbolista recrea un mundo alternativo al captado por nuestros sentidos. Verde chillón es una sinestesia. Una voz de color azul podría estar asociada a la frialdad, lo que no ocurre con una voz roja, relacionada más bien con la calidez. Eso percibo en la voz de Mari Trini: calidez, fuego, encono, temperamento; una voz lacerada que grita libertad y ostenta una dolorosa sabiduría. ¿Qué decir entonces acerca del color de la voz de María Callas, Édith Piaf o Billie Holiday? Pregunta totalitaria. Cada uno ve colores en las voces a partir de su experiencia.



Máscaras

Así como la hipocresía media relaciones entre integrantes de la familia, la sobrestimación lo puede hacer entre amistades. Durante la adolescencia compartí con Alfredo Bryce la idea de que la amistad debería soportarlo todo. Hoy pienso que eso es insostenible. Algunas amistades son tan espeluznantes que en circunstancias apremiantes revelan su verdadera identidad: interés, egoísmo, superficialidad. Como la de ese amigo que nos utiliza como accesorio en una fiesta de desconocidos.







viernes, 8 de agosto de 2014

Holgura

He vivido pero no me basta. 
Me atreví a conversar con la desconocida pero no me basta. 
He sentido el amor enardecido y su enajenación pero no me basta. 
Derramé lágrimas en las que se me fue la vida entera pero no me basta. 
He resucitado a través del sexo pero no me basta. 
Y hasta me enamoré de nuevo pero no me basta. 
He entendido, por fin, porqué he sido tan malo con la gente pero no me basta. 
He arropado a un niño, le he cantado nanas y lo he visto dormir sobre mi pecho pero no me basta. 
Renuncié al trabajo innumerables veces pero no me basta. 
Logré componer un verso, fluí durante la noticia, dicté una clase atrevida pero no me basta. 
He tomado todos los medicamentos. 
Me entregué a sendas terapias como un conejillo de Indias pero no me basta. 
Bebí el extraño brebaje y me dejé caer desde la cima hasta la llanura pero no me basta. 
He recuperado el entusiasmo por el día siguiente pero no me basta. 
He vivido poco, a medias… Esto no me basta.

Pétalos

Armábamos con mi padre y mi cuñado una silla para escritorio. Mi sobrino de cinco años se acercó y me dijo: ¿yo también puedo ayudar, no? Sí, hijo, le respondí. Entonces colocó sus pequeñas manos sobre la silla mientras los grandotes la sosteníamos. Me miró a los ojos y le ofrecí una sonrisa. Pero él me la devolvió y apoyo su mejilla sobre la aspereza de mi mano y la acarició con la infinita delicadeza de su rostro... y sentí de repente que había recibido flores por primera vez.





De naturaleza itinerante

Dos carreras. Veinte semestres académicos. Cuatro centenas de créditos. Una vida en la que la ocupación y la vocación encontraron solamente una oscilante sintonía. Pasajes en los que las circunstancias completaron un sentido insuficiente o asfixiante. Y bajo estas experiencias, la convicción de no haber alcanzado jamás la plenitud. ¿Cuántas materias hechas polvo, cuántos haceres insubstanciales coparon este camino incierto, itinerante e insatisfactorio? Algunas personas vivimos como animales: en constante abandono y transformación, en un incesante y doloroso cambio de piel, en la necesidad de encontrarse sorprendido cada vez. Algunos vivimos como nómadas porque hacemos lo que somos.

viernes, 1 de agosto de 2014

Acerca de un poeta malquerido en el Perú

En la universidad, los profesores solían decirnos que los pilares de la poesía peruana eran César Vallejo y José María Eguren. El acuerdo en la denominada comunidad parece hasta ahora inamovible, como toda columna suficientemente cimentada. En Vallejo encontré el nervio y en Eguren el celaje; pero en ninguno, el encuentro espontáneo de ambas necesidades. Tan solo con la lectura de un soneto de Rafael de la Fuente Benavides hallé por fin esa feliz comunión: la “Ottava Ripresa”, de Travesía de Extramares. ¿Por qué Martín Adán continúa siendo el poeta malquerido del Perú? Se me ocurre una respuesta que terminará en lugar común. Porque en su obra encontramos otra suerte de fusión: marginalidad y trabajo extremos. Adán se extravió en la palabra como lo hicieron nuestros poetas "emblemáticos"; pero también supo salir de ese extravío con el desparpajo verbal del artista cínico y genuino. Sin caprichos vanguardistas, sino con la circunspección real del creador. En ese sentido, me atrevería a decir que Rafael de la Fuente transitó por los caminos de Luis de Góngora y Argote; es decir, versificó desde la oposición tinieblas-luz. Martín Adán hizo lo que quiso con la palabra. Su marginalidad genial o su genial marginalidad no debe asociarse burdamente al biografismo de programa de televisión o a la mezquina inclusión curricular de La Casa de Cartón. No, por Dios ¡cómo apesta a superficie esa mirada! El valor de la obra de Martín Adán consiste en que logró aquello que jamás vi con la misma talla en Eguren o Vallejo: el encuentro feliz del nervio y el celaje.