Abrazos, besos, cosquillas, caricias, arrullos: los primeros tocamientos que debieron haber recibido los tocadores
furtivos. Un tocador equivale a una rata de laboratorio que no fue lamida por
la madre y que se extravía torpemente en el laberinto. Sin encontrar salida, el
roedor violentará las murallas de su distorsionado mundo. Su único camino sin
retorno: la violencia del tocamiento no consentido.
Ni tocamientos ni tocadores... solo lenguajes corporales o verbales indebidos, la castracion no es sino una forma de saber la existencia del impulso y la represion una forma de ser educado, pero finalmente nadie esta libre de trasgredir lo moralmente correcto, sin catalogarse como irreverente.
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