La mayor parte de mi producción poética resultó fallida. Sobre el papel
deteriorado, tan solo una letra o quizás una palabra. Y entre trazo y garabato,
los escombros de una guerra rezagada. Vacíos tercamente silenciosos. Algún
escaso acierto. Tachaduras que grafican el fracaso: el estancado caudal de un
lector aburguesado. Sobre un mugriento soporte, la obstinación de un poema
desmembrado, como el lodo que salpica al aletazo del ahogado. ¡Pobres
versos incompletos, transgredidos, violentados! Poesía fallida: hijos
malparidos o abortados.
San Juan de Lurigancho, 14 de enero de 2014
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