Decenas de albañiles construyen
el nuevo pabellón de esta universidad. Los obreros se suspenden y clavetean sobre las
columnas de un edificio que lucirá poderoso e indestructible. Cómo ha crecido
esta universidad. Hace poco más de un año se componía de un pabellón, un
coordinador que envejecía ante una pantalla y una manga de estudiantes que enarbolaba
la minoría de su edad. Hoy debo evaluar el examen final. Recuerdo los
resultados del parcial: uno o dos aprobados. Las autoridades coincidieron en
que el examen debía evaluarse de nuevo. Me pidieron formular un nuevo examen y
lo hice. Pero la coordinadora de carrera lo reformuló una vez más… Mientras observo
la vida espontánea de albañiles y estudiantes me convenzo de que el facilismo
se apoderará de cada rincón de nuestro entorno. Como la cosa sin nombre que tomó la casa en el viejo cuento argentino. Así me siento aquí: asfixiado,
rodeado entre seres insubstanciales, poderosamente insubstanciales.
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