El domingo pasado sostuve un
enfrentamiento verbal con un muchacho. Los hinchas de Cristal y Universitario
marchaban vigilados por la policía montada y tan solo la berma central nos separaba. Los
improperios entre ambas hinchadas empezaron a llover (aunque en otros sectores llovieron
piedras y balazos). Fue entonces que mi sinrazón futbolística se apoderó de mí:
“Calla pituco e mierda”. Noté que esa expresión ocasionó algo en la susceptibilidad de ese muchacho. Su cuerpo se recogió
como el de esos pollos pequeños que se estacionan sobre el sitio. Su respuesta
fue tan sorda que solo la murmuró, mordida, como puñete que
se lanza con mala puntería. ¿Decir “pituco” equivale a decir “cholo”? Pienso que sí. Ambas pueden ser expresiones hirientes, dardos certeros que se
lanzan desde diversos perúes… emotivos, resentidos, revanchistas; pero no desde
una revancha futbolística, sino desde otra más antigua, enconada, intestina.
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