jueves, 31 de julio de 2014

Utopías de una carrera

La palabra comunicador es tan insulsa cuanto extravagante. El estudiante de Ciencias de la Comunicación egresa tan confundido como cuando ingresó. Las mallas curriculares responden a un mercado hambriento de técnicos desvalidos de los mínimos estándares de criterio. La vaguedad de sus asignaturas genera que el estudiante reciba tanta información acerca de todo que finalmente no aprende nada. Los que eligieron Periodismo descubren que no escriben una línea en una sala de redacción. Los que optaron por Publicidad advierten que los programas a los que fueron sometidos ya no se aplican en las agencias. Los que eligieron Audiovisuales se encuentran como frustrados directores de Cine. Los que optaron por Comunicación para el Desarrollo reparan en que están imponiendo ritos ajenos en una cultura diferente. Aunque los que eligieron Relaciones Públicas no se sienten tan estafados; más bien se preguntan que porqué no estudiamos Administración de Empresas, caray. 







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